jueves, 9 de agosto de 2018

Otra vez el mar

Cuando tu corazón en vez de palpitar sangre mece mareas
es difícil negarse a la caricia de las olas
y su canción de crestas blancas-
Y te abandonas a una plácida deriva,
al goce del sol en la voz y el aire en el alma.
Y te olvidas
te olvidas de ti,
la firmeza del suelo.
Olvidas la hierba,
la lluvia y los juegos.
Olvidas el mundo,
el ahora y el luego.
Olvidas que el mar son todos los mares,
que la tormenta llega sin avisar
y que aquí hay dragones.
E intentas nadar, pero no puedes, porque eso también lo has olvidado
Y la corriente tira de ti hacia un lado
y el viento tira hacia otro
y estás a punto de acabar desmembrado
y puede que alguien intente sacarte del agua
pero estás asustado
y te aprietas a ese alguien para no hundirte
pero no le dejas nada, así que te hundes
y cuanto más te hundes más aprietas
y cuanto más aprietas más...
y no puedes respirar
y te hunde y no puedes y te ahogasyaprietasytehundesynopuedes...
y estás flotando de nuevo en la plácida deriva.
Pero ahora recuerdas.
Recuerdas tu nombre,
y la sombra que lanzas.
Recuerdas las rutas,
la guía y los mapas.
Recuerdas el árbol,
la tierra y las danzas.
Recuerdas que al mar no le importa desde qué costa has llegado,
no le importa si te han tocado rocas o arena,
si la sal te escuece o el agua te refresca.
No le importa si piensas que es injusto.
Y sobre todo, al mar no le importas tú.
Pero sonríes.
Porque ahora sí saber nadar.

No hay comentarios: