martes, 10 de julio de 2018

Renuncio (juego de calambures)

Hoy anuncio que renuncio al ejercicio de la rima y la poesía.
Renuncio al sueño y al engaño que supone la añoranza de algún año adueñarme del otoño.
Renuncio a cualquier clase de canción y a dar clases de canto y me decanto por la clase que ya tengo.
Renuncio sí, a seguir la silueta sinuosa si no es esa la lengua que me sangra.
Renuncio a llenar las hojas de ojalás y de hojalata los latios de esta ajada batería de litio.
Renuncio si por trabajo ya no me relajo y lo único que trajo fue un trato rato raro y un trago largo en un vaso bajo.
Renuncio al acordeón que nos recuerda al acuerdo por el que nos conocimos y recorro la cuerda floja que se afloja y se aloja en mi cordura.
Renuncio por que ya no tengo humor por un tubo y hubo humo de tumor en este turno, pero tú no.
Renuncio por el día a la poesía por si acaso hago caso a mi ego y de noche me la pego porque no es adiós... es hasta luego.

Historia

Desde que nos descubrimos el fuego en los ojos, nos lanzamos a la carrera de lo nuclear
Cruzaste mi Gran Muralla.
Hundí tu Titanic.
Soñamos pirámides que ardieron como el Hinderburg.
Gritamos tan alto como toda la revolución industrial y nos bebimos hasta la ley seca.
Asaltamos la Bastilla, hicimos de mi cama la conferencia de Yalt y después vimos arder Troya, todo en la misma noche de cristales rotos
Fuimos cada uno la ruina y esplendor del imperio del otro.
Nos erigimos juntos torres gemelas hasta que el vuelo del tiempo y el impacto de la distancia nos echó abajo.
Pero no te preocupes, porque tú y yo, como todo lo anterior, ya somos historia.