jueves, 13 de diciembre de 2018

Extranjero

No soy extraño al sentimiento de extranjería,
hasta el extremo de ser externo a mi propia piel.

Que allá donde me halle siempre llegué ayer,
encallando entre la llaga y el llanto,
callado, porque no entiendo las palabras que me estallo
cuando el que se llueve soy yo.

Que me veo siendo silencio en melodía,
barro en claro arroyo,
queja en la disculpa,
piedra bajo el colchón.

Que no me concedo descanso
ni me cedo un remanso
si se asoman los recelos,
si al mirarme frunzo el ceño
porque esa sombra no es la mía
y mis palabras no hablan con mi voz.

Y no hay color en el recuerdo
si no sé de dónde vengo
pero sé por dónde vine
y las tormentas que crucé.

Que ya no hay un yo que me rechace
ni me acecha un yo que me reproche
pero me aproximo a la esperanza
de permitirme pensar que seré.

Porque sé que el mar nunca besa la orilla dos veces con la misma ola.
La aguja nunca pasa dos veces por la misma hora
y que para este ahora yo solo soy una vez.

Porque nacemos al mundo de nuevo con cada parpadeo
entonces todos somos extranjero
al llegar primerizos a este patio de recreo
al llegar a cada nombre, a cada dónde, incluso a cada tú.

Me prometo entonces dejarme ser silencio,
barro, queja o piedra tantas veces quiera
Me prometo dejarme aprenderme,
sorprenderme cada día
descubrir con alegría
esta vida a la que acabo de llegar.