viernes, 15 de octubre de 2010

Colores

Avanzó despacio, arrastrando la enorme espada de madera tras de sí. La estructura de la pequeña ermita devolvía magnificado el sonido de sus pisadas y del repiqueteo de su arma contra las juntas de las losas del suelo. Llegó hasta el altar, se encaró hacia la puerta y elevó la vista. Allí estaba. La vidriera.

- Has tardado mucho. Hace bastante que empezaron las señales. El tiempo es un lujo que no tenemos.

El sacristán guardó silencio, esperando a ver el efecto del reproche en el niño con la espada de madera. Aunque esperó en vano. El crío seguía contemplando las piezas de cristal de color. Apenas se alejaban de la gama más básica. Algún ocre, algo de púrpura, todo en un tono tan apagado que ni la exhaustiva limpieza y el sol de mediodía conseguían hacerla brillar.

- Tenemos que empezar a movernos. Encontrar al resto te devolverá los recuerdos que aún no hayan vuelto. -El sacerdote dio un paso adelante- Es una lástima que hayas despertado aún siendo un niño.
- Estás equivocado. -El muchacho llevó la mano a la empuñadura de su espada- Lo prefiero. Veo con más claridad. Mi alma está ahora más cerca de la Araña que nunca.

Sostuvo la espada empuñándola con las dos manos, con la punta dirigida a la vidriera. Con metódico movimientos trazó una serie de rectas en el aire, como si dibujara un símbolo en un lienzo que sólo él veía. Un sonido vibrante inundó la capilla, como si una cuerda demasiado tensa se rompiera y cruzara la estancia liberando un latigazo.

Y el ambiente trepidó, sacudido por una presión repentina. La vidriera había cambiado. Ahora resplandecía con colores nuevos, inventados por la mente de un niño, traídos de otras realidades, desveladas nuevas frecuencias de onda. Era hermoso en positivo, a niveles para los que eran necesarios nuevas palabras que aún no se conocían.

- Ahora el mundo tiene doce colores básicos, y de paso una nueva especie de mariposas.- El niño dudó un momento- ... Aunque creo que en el proceso he vuelto venenosas un par de plantas en Canadá.

El párroco no pudo articular palabra. Era más que evidente que aquel crío era quien decía ser: El mejor agente de la araña y la única esperanza del mundo. Sacudió la cabeza y tras un último vistazo a la refulgente cristalera entró de nuevo en la sacristía. Aún había mucho trabajo por hacer.

Y mientras la Araña dormía

4 comentarios:

RaVeN Màvros dijo...

oooooh

*-*

Como me gusta la Arañita *-*

Has tardado mucho en escribir!
Y me debes un post en el rol -o-

Esta entrada demuestra que estas inspirado...>>

Banshee dijo...

Cuando te decía que tenías que escribir no me refería a que volvieses a hacerme rabiar, cabrón insolente, con tanto derroche de imaginación.

Algún día seré tan buena como tú. Te vas a cagar.

Banshee dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Bakea dijo...

ya me gustaría que ese niño me hiciera una visita esta semana a Salamanca y me diera un poco de inspiración para los ocho trabajos de pintura que tengo que hacer.
Por lo demás qué voy a decir, historia guapérrima que ya tenía ganas de ver escrita.
Cuando tenga las palabras precisas para decir lo que me ha hecho sentir el relato, te lo diré en persona. ESCRIBE MÁS, cualquiera diría que no tienes musa para inspirarte