lunes, 8 de marzo de 2010

Tabaco V

Con cada cigarrillo que fumo quemo un poco más mi vida y ahumo un poco más mi alma, pero curiosamente me siento mejor. Me estremezco con secreto regocijo a cada calada, disfrutando del cosquilleo en la base del cráneo, ahi donde empieza mi cerebro de reptil. Comer dormir y nicotina. Fumar medio dormido, cuando los pensamientos se elevan con el humo. ¿Por qué seguir fumando? La respuesta en cada nuevo cigarro. Placer, lo llaman, un orgasmo pulmonar. Aunque los filtros en la cajetilla me recuerden a las bala en el tambor de un revólver. Sé que es malo y de todos modos me gusta. ¿Masoquismo para voluntades débiles? O mejor, suicidas a tiempo parcial. Reconozco que disfruto con la decadencia en dosis de 20. Me fumo el último. El camino de la autodestrucción empieza por bajar a por otro paquete de tabaco.

2 comentarios:

Deprisa dijo...

Me gusta porque te metes muy bien en la piel y en la voz del fumador. Describes tan bien las sensaciones que las metes en la piel del lector. Creo que éste es el más logrado, como te dije.
Besos de humo
Mun

Lucía Larios dijo...

Me encanta, será porque soy fumadora.
Este no lo había leido.

Felicitaciones.