Es tarde y la máquina de café lleva horas apagada. Así que pedimos una jarra grande de cerveza que haga compañía a las otras dos que ya hemos vacíado. Sonrío y le reto. Pon tú el escenario, yo te doy dos condiciones y entonces escancias la historia. Da un trago largo a la jarra y acepta.
Partimos de un escenario urbano, en torno a las 15:43. Seis personajes. Un hombre, 38 años y expectante. Una pareja, chico y chica, 26 él y 25 ella. El está tranquilo, cómodo y agusto. Ella en cambio está triste pero finje normalidad delante de su compañero. Por último un tercer grupo, dos chicas de 25 y un chaval de 27. Él es gay, muestra mucha pluma y se siente feliz. Una de las muchachas está impaciente y la otra, preocupada.
Bebo yo. Mis condiciones: los tres grupos tienen que estar relacionados y un niño pequeño se ha perdido. Gero enarca una ceja. No va a ser sencillo, pero ha tenido una idea.
"Sara no ha podido dormir muy bien. Alberto le había dicho cosas precisoas la noche anterior, pero ella no se las creía. O no del todo, por lo menos. Sabía de sobra que se las decía por decir, que no las sentía. Pero ella si sentía todo lo que le respondía. Por eso no podía dormir. Eso que tenían, no quería que acabara nunca, pero estaba segura de que a él le era indiferente. Estaban bien juntos, pero ella no estaba del todo bien dentro de sí. Pero tenía claro que debía alargar esa situación lo más posible. Por que quería estar con él. Sabía que cuando él se cansase ella se iba a hacer mucho daño, pero estaba enamorada, no podía pararlo, no podía dejar de verle, no podía dejar de abrazarle, de besarle, de despertarse a su lado...
Mario no sabía muy bien que decir a su paciente. Desde que aceptó el cargo de psicólogo en la universidad le habían llegado casos de todo tipo, y todos parecidos. Pero con Sara no sabía muy bien qué hacer. Es decir, sabía lo que tenía que hacer profesionalmente, pero una situación similar le había ocurrido a él meses atrás y sabía que eso era lo mejor, pero no lo que uno quería. Él sabía lo que era estar enamorado de alguien que no siente lo mismo. Y, por lo tanto, sabía que lo que quiere el cuerpo no coincide con lo que hay que hacer. Estaba pensando en esto cuando sonó el teléfono. Era Mara:
- Hola Mara, dime ... ¿Qué? ... Me estás tomando el pelo ... ¿En serio? ... Tranquila, lo más importante es que estés calmada...
Mara colgó enfadada -"Menuda mierda de psicólogo. Que me tranquilice, dice. Como si fuera tan fácil"- Volvió a entrar en el bar donde estaban sus amigos, pero no les explicó lo que sucedía para que no se preocuparan. Pero claro, ella no podía evitar estar preocupada. ¡Su hermano pequeño había desaparecido! Así que con una excusa se despidió de sus amigos y se fue corriendo a casa.
David se sintió un poco culpable despidió tan rápido a Mara. Se supone que habían quedado los tres, pero cuando ella salió a responder una llamada Berta le empezó a contar su delicada situación y David estaba muy atento por que la historia de las traía. Berta le contaba que le gustaba mucho un chico llamado Alberto, pero que tenía novia.
El caso es que ella veía que cuando hablaba o le comentaba algo por facebook, él le respondía positivamente. Y no sabía si era amabilidad o que ella también le gustaba a él. Tenía muchas esperanzas, por que veía que él tonteaba con ella. David le decía que no se metiese, que si estaba con aquella otra era por algo, que se olvidara. Y eso hizo Berta, sin saber que David se equivocaba".
Posa el boli sobre el papel y vuelve a beber. La espuma resbala hasta el fondo cuando la posa, ya vacía. Llevamos los vidrios a la barra. La próxima, me dice, la pago yo.
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